Quedarse sin ideas puede resultar muy frustrante para un escritor. Una recomendación habitual frente al síndrome de la página en blanco, consiste en empezar a escribir sobre cualquier cosa mientras llega la inspiración. El problema es que no resulta demasiado estimulante rellenar folios describiendo tu habitación o explicando lo que hiciste ayer en la oficina. Por otra parte, es posible que no te hayas quedado en blanco por completo, sino que sufras el llamado bloqueo del escritor, de forma que tengas una historia entre manos pero que no se te ocurra cómo continuarla. En esos momentos, uno suele echar en falta una gran fuente de ideas entre las que elegir alguna para poder escribir sobre ella o para añadir un giro inesperado, un nuevo personaje o un final impactante.
La buena noticia es que existe un montón de herramientas y trucos que te pueden proporcionar una cantidad potencialmente infinita de ideas sobre las que escribir, de forma que nunca tengas que dejar de hacerlo, al menos, por esta causa. Vamos pues con mis

Crea un banco de ideas
Siempre que leas un relato o una novela, o veas una película o un corto, anota en un documento tres o cuatro ideas que te llamen la atención, incluso aunque no sean las ideas principales de la historia. Con el tiempo obtendrás una enorme lista a la que podrás echar un ojo cuando lo necesites. Te muestro un ejemplo:
Robinson Crusoe de Daniel Defoe
- Desoír los consejos paternos.
- Secuestro, conversión en esclavo y huida.
- Monólogo interior moral, filosófico y religioso.
- Aparición sorprendente de un personaje.
Utiliza la aleatoriedad
Deja que el destino decida sobre qué escribir y las ideas fluirán a montones. Un modo de hacerlo es a partir de palabras: coge el diccionario, ábrelo por una página al azar y señala, con los ojos cerrados, un punto con el dedo. Ahí tienes tu palabra sobre la que escribir. Puedes hacerlo con dos o tres. Y si ves que alguna no sirve de mucho (como por ejemplo obenque), pues pasa de ella y repite, aunque creo que es bueno intentarlo salga lo que salga.
También puedes hacer esto con cualquier libro buscando una frase. Yo lo hice para escribir mi microrrelato Paciente, obteniendo de la novela El proceso, de Kafka, la oración «Esta joven enfermera… no sé, parece sentirse atraída por mí», con la que comencé a escribir mi historia.
Otra posibilidad menos analógica de obtener un punto de partida aleatorio es utilizar diferentes páginas de internet, por ejemplo:
Las imágenes también constituyen una buena fuente de inspiración. Obsérvalas y sírvete de ellas, describe lo que ves, o imagina que pasará después, qué ha ocurrido antes… Prueba con:
Otra posibilidad sería mezclar varias ideas empleando la aleatoriedad. Por ejemplo, puedes numerar todos los elementos de tu banco de ideas mencionado en el punto anterior y obtener tres números aleatorios en esta web, los cuales corresponderán a tres ideas con las que deberás construir una historia. Yo mismo acabo de poner en práctica este truco y me han salido:
- La inminencia de una guerra.
- Una relación de pareja que se acerca a su fin.
- Un concurso de disfraces.
(si te inspiran, tienes mi permiso para utilizarlas 😉)
Recurre a recuerdos propios y ajenos
La propia vida siempre ha sido uno de los más fructíferos recursos de cualquier escritor, incluso de los autores de literatura fantástica, y no podemos permitirnos dejarla de lado. Te sorprenderá la inmensa cantidad de historias con potencial que pueden rescatarse escarbando en los recuerdos. Algunas serán tan potentes que prácticamente podrás transformarlas en literatura con solo ponerte a redactarlas. Otras, en cambio, te servirán de base y podrás hacer de ellas buenos relatos cambiando desenlaces, añadiendo o quitando personajes o jugando con el tiempo y los escenarios. Personalmente, no he dejado nunca de recurrir a este truco en mayor o menor medida y así, por ejemplo, sembré profusamente la trama inventada de mi primera novela, Gestión del fracaso, con un sinfín de anécdotas reales provenientes de mis recuerdos, como aventuras amorosas, juergas juveniles o el dolor por la muerte de mis gatos.
Por otra parte, te recomiendo que prestes mucha atención a tu entorno, ya que las personas que conoces pueden ser también una fuente inagotable de ideas. Intenta hacerte amigo de gente que haya tenido vidas intensas, agitadas, difíciles, y deja que se abran contigo. Evidentemente, tus recuerdos propios se encontrarán más llenos de detalles y matices para ti que los vividos por otras personas, pero esto se compensa con la inmensa cantidad que puedes obtener, sobre todo si tratas de ser alguien sociable, empático y que sabe escuchar.
Participa en concursos y cursos
Cada año se convocan en España miles de certámenes de los cuales una buena cantidad establece algún tipo de exigencia que sirve como base de partida. Visita la web Escritores y encontrarás muchos certámenes para los que se pide que las historias empiecen con una frase determinada, que contengan cierta palabra, que traten sobre algún tema en particular o que pertenezcan a un género literario como la ciencia-ficción o el misterio. Este truco tiene además la ventaja de que podrías llegar a conseguir algún premio, siendo esto a su vez un muy buen estímulo para continuar escribiendo. Si quieres profundizar en esta cuestión, te recomiendo mi artículo Aprende a escribir ficción con el método de los concursos.
Participar en cursos o talleres de escritura o incluso leer libros sobre este tema es una herramienta muy similar a la anterior, pues lo normal es que te propongan ejercicios de lo más variado. Además, te ofrecerán valiosa información sobre diversos aspectos de la técnica literaria. Aquí tienes un curso gratuito y algunos libros como el Taller de escritura creativa o Escribir ficción.
Haz una lista de palabras y noticias jodidas
Viendo películas de los hermanos Cohen, me di cuenta de que, con frecuencia, emplean el soborno (A Serious Man, No Country for Old Men) o el chantaje (The Man Who Wasn’t There, Burn After Reading) como elementos esenciales en la trama, dándoles siempre un enfoque distinto. Chantaje y soborno son ejemplos de lo que yo llamo palabras jodidas y pueden dar mucho juego si sabes cómo emplearlas.
Hay otras palabras jodidas que también dan mucho juego, como asesinato, robo, suicidio, incesto, violación, tortura, secuestro, arma, mafia, corrupción, amputación, encierro, estafa, herida, golpe, paliza, atropello, adulterio, adicción, drogas, mentiras, venganza, pelea, acoso… Son palabras relacionadas con el crimen y la violencia, es decir, con el lado oscuro de la condición humana, algo que, irremediablemente, nos llama la atención como consumidores de historias.
Elabora una lista con todas estas palabras y añade las que se te ocurran y, cuando estés atascado, introduce una o dos en tu historia. Este truco también podría llevarse a cabo con palabras bonitas pero, sinceramente, no creo que sean tan eficaces, aunque eres libre de probar suerte.
Una variante que me fascina de esta idea es la de hacer una lista de noticias jodidas. No tienes más que visitar la sección de sucesos de numerosos diarios digitales e ir guardando las noticias más impactantes en una carpeta del navegador. Por ejemplo, para mi relato Un lugar para nosotros, que por ahora no se encuentra disponible, utilicé la siguiente noticia: Una ONG estadounidense paga a drogadictos para que se esterilicen.
Dale la vuelta a la tortilla
Una vez leí un relato de Raymond Carver en el que una pareja iba a visitar a unos amigos. Estaban en el salón tomando algo y se oía llorar a un niño en otra habitación. El momento de ir a ver al bebé se iba postergando y yo empecé a temer que no había tal niño, que lo que encontrarían sería un muñeco y un radiocasete reproduciendo la grabación de un llanto, con todo lo que ello implicaría para los invitados. Al final no acerté, sí que había un bebé llorando en la historia de Carver, pero yo utilicé esa loca idea para escribir un microrrelato titulado ¿A que es guapo? y que puede leerse en mi libro Pulsaciones (lamento haber destripado el final). En definitiva, resulta evidente que de las mismas historias de otros escritores podemos conseguir numerosas ideas simplemente introduciendo cambios radicales en el desarrollo de la trama. Como es lógico, no vamos a plagiar esos relatos, solo estaremos utilizando ideas surgidos de ellos.
Otra forma de dar la vuelta a la tortilla para conseguir ideas, es jugar con los títulos de las obras ajenas, especialmente utilizando antónimos o parónimos. Por ejemplo, en cierta ocasión se me ocurrió jugar con el título de La vida secreta del Walter Mitty, obteniendo como resultado un título para una nueva historia cuya trama no tiene absolutamente nada que ver con la de James Thurber, y que fue La muerte pública de Álvaro Cuervo, el cual es, creo, uno de mis mejores cuentos de ciencia-ficción.
Por último, te ofrezco una variante más que también puede resultar muy fructífera y entretenida. Consiste en elegir el título de una obra que no hayas leído (o visto, si es una película) y escribir una historia con él para ponerle un título nuevo al relato resultante una vez lo hayas finalizado. Para que puedas empezar ahora mismo, te dejo aquí tres de mis relatos y te animo a que los leas después de escribir tu historia para ver las inmensas diferencias entre ambos (o, quién sabe, las inquietantes similitudes):
Hazte preguntas sobre la realidad
Este truco lo veo especialmente productivo a la hora de escribir relatos fantásticos o de ciencia-ficción, aunque puede servir para cualquier género. Consiste en hacerse preguntas del tipo ¿Qué pasaría si…? Debes estar muy atento a todo lo que haya a tu alrededor y preguntarte qué pasaría si cualquier cosa que damos por sentada cambiase. Por ejemplo, yo una vez me pregunté, ¿Qué pasaría si las células de un bebé no envejeciesen? Ese bebé se quedaría igual para siempre, sería un bebé potencialmente inmortal. Y luego pensé, ¿qué pasaría si eso le ocurriese a todos los bebés en un momento dado? Pues que los adultos envejecerían y morirían, pero los bebés no, y quedarían desatendidos, sería el fin de la humanidad… salvo si alguien los cuidase; pero, ¿quién…? Pues de toda esta loca reflexión nació mi relato La maldición de los niños eternos.
Nada más por ahora. Espero que todos estos trucos o, al menos, algunos de ellos, te sean de mucha utilidad en el desarrollo de tu carrera como escritor de historias. Si es así y quieres agradecerme el esfuerzo de crear este artículo (te prometo que ha sido bastante), me vendría genial que lo compartieses con gente a la que le pueda interesar.







Deja un comentario